martes, febrero 09, 2010

HISTORIAS ANÓNIMAS.



La Marina y yo nos pasamos las horas muertas charlando sobre la vida. Es un lujazo poder disfrutar de esta mujer que habla con una claridad de ideas y con una sabiduría, la del largo camino recorrido, que a mí, personalmente, me enriquece un montón.

El sábado hicimos un chocolatito caliente y nos fuimos a merendar a su casa, a leer en este libro abierto que tenemos por fortuna al alcance de la mano, a aprender y también a disfrutar de la historias que se cuecen en este pequeño rincón manchego, y que Marina nos contó poniendo todo el sentimiento en la palabra.

El verano pasado falleció un matrimonio en su domicilio. Hacía días que nadie los veía y los familiares empezaron a preocuparse ante la falta de noticías. Al final, decidieron llamar a la guardia civil, y al acceder al interior de la casa, encontraron a esta pareja abrazada en la cama, ambos muertos, desde hacía unos días. Cuentan que él estaba muy enfermo y ella llevaba un tiempo anunciando, que el día que él se fuera para siempre, le seguiría. Dicho y hecho. Llegó ese momento, el que ya andaba vaticinado, y ella cumplió con su palabra. Se aseguró de dormirse para siempre entre sus brazos.
La casa estuvo varios meses precintada. Una pequeña casa azul. Cada vez que voy al super, paso por delante e imagino esa clase de amor que hace que nada pueda continuar sin la persona amada.

Otra historia curiosa es la de la novia casada. Hay una mujer que está casada pero se ha echado un novio. Todo empezó una noche en la que ella le invitó a él a cenar, y desde entonces son inseparables. Van los dos calle arriba y abajo hablando abiertamente sobre su recién estrenada amistad. Cuentan que el marido al ser informado de esta relación, reaccionó con indiferencia: "¡que haga lo que quiera!", y eso mismo hace. El escándalo que estas cosas remueven en un pueblo tan pequeño, provoca el nacimiento de los dimes y diretes, que de boca en boca, van engordando en detalles de todo tipo hasta que se hace un montón de un grano de arena.

También ando informada de las novedades de la residencia de ancianos. Uno de los residentes se ha quitado la vida. Se fue sin avisar, y tras dos días desaparecido lo localizaron en su pueblo cuando ya era demasiado tarde. No era muy mayor, así que me da pena que no encontrara otra salida. Cuando alguien decide irse antes de hora, me hace pensar en todos los que se fueron obligados antes que ellos, sin querer marcharse, algunos demasiado pronto. No sé qué clase de energía es esta que nos mueve a cada uno por un camino diferente, con una salida distinta y un final impredecible.

Luego está el cura, que se ha roto la clavícula y no aparece por el pueblo. Sigue sin esconder su manifiesto malestar por tener que dar misa lejos de la "capital". Nadie lo echa de menos ni él echa de menos a nadie. El cura joven que no se deja querer y hacen que todos recuerden con más cariño al anterior.

Así se pasan las horas, hablando y escuchando las historias que se cuecen, que nacen, crecen y se van transformando en leyendas. Historias que se quedan entre las calles estrechas y las paredes blancas de las casas, que circulan en susurros escondidos detrás de las ventanas, que se detienen en el tiempo, colgadas de la memoria, que dan que hablar cuando el silencio es tan habitual que pesa demasiado.

4 comentarios:

Acróbata dijo...

Se aprende muchísimo hablando con la gente mayor y por desgracia, es algo que cada vez en este torbellino mundanal, hacemos menos.

Lorena dijo...

Acróbata: Pues merece la pena tomarse un tiempito y sentarse. Marina a mí me hace unas reflexiones que me dejan muerta. Me hace pensar. ¿Y sabes que pasa?, que echo de menos a mis abuelas y por eso adopto otras por ahí. Un abrazo Alex!

Rocío dijo...

Tienes una sensibilidad increíble para escribir...no sé si me explico...."transmites"
un besote
Rocío

Lorena dijo...

Rocío: ¡Muchísimas gracias Rocío!, no sabes que ilusión hacen estas palabras tan bonitas y el detalle de tomarte unos segundos para escribirlas. Un día os contaré porqué escribo, ¡un abrazo!